sábado, julio 09, 2005

¡Oh Dios, mándame una solución para mi pelo aplastado!


Así que una vez más la caja tonta me ha engañado. Qué tonta. Pues me da igual que mi novio televisivo sea bajito (y no es por ofenderte, cachorro) porque creo que su atractivo, igual que el de los camareros, está en esa magia que le da estar detrás de una mesa de informativos. Además, mi madre está encantada de que por fin me haya fijado en un tipo "mono" (aunque sea el presentador del telediario, cuando pierdes la esperanza supongo que te aferras a cualquier cosa). Y si a mi madre le encanta... seguro que seríamos incompatibles. Así que ahora mismo voy a escribirle y a decirle que lo siento pero que lo nuestro es imposible, y que deje de ponerme esos ojillos cuando da las noticias. Así que si le ves llorar ya sabes por qué es. Dile que lo siento, que me duele más a mí que a él.
Y tú no me tienes nada al día de tu ONG "polvos sin fronteras". ¿Qué pasó en los últimos capítulos? ----CENSURA---- ¿Conociste a alguien nuevo y olvidaste todo lo anteriormente vivido? ¿Te entregaste en cuerpo y alma a la zoofilia en honor a Copón? Necesito que me informes o de lo contrario me lo inventaré y ya no habrá vuelta atrás, y de repente habrás vivido la historia que yo quiera sin ni siquiera enterarte. Y eso ha de ser duro. Así que tucutú.
Yo no tengo muchas novedades desde ayer. Noches extrañas y días marmota. Reencuentros inesperados, nervios por un examen que yo no tengo que hacer y un dia más de vuelta a casa sin dinero y con los pies negros. Y sola, lo cual antes era malo y ahora es un alivio. Mi vida sin Ramón, capítulo 16.

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