jueves, enero 29, 2009

TILDES

Me enseñó a escribir la tilde en mi nombre. Puede ser algo pequeño, algo poco importante. Por supuesto, hizo muchas cosas más. Pero ahora quiero quedarme con eso. Con que me enseñó a escribir la tilde en mi nombre. Nadie lo había hecho aún. Al fin y al cabo a duras penas era capaz de reproducir esas cinco letras que había aprendido de memoria. Pero él me enseñó a escribir la tilde en mi nombre. Porque él era así. Porque daba igual tener cinco años que cincuenta. Porque daban igual cinco letras que cincuenta. Él te lo explicaba, y lo entendías. Por algo dedicó a ello gran parte de su vida.

Me enseñó a escribir la tilde en mi nombre, y cómo ese palito pequeño, cuya existencia yo ignoraba por completo, lo cambiaba todo. Sin él, mi nombre ya no lo era. Era el de otra persona. O el de nadie. Eran cinco letras que nada tenían que ver conmigo. Pero ¡ah! esa tilde lo cambiaba todo. Con esa tilde era yo. Y a los cinco años, aparte de tu nombre, hay pocas cosas con las que sentirse identificado. Tal vez no fuera tan poco importante.

Llevo muchos día pensando en escribir sobre lo injusto de la vida y de la muerte. Sobre el derecho a vivir una vida digna y a morir una vida que no es vida (él diría que una vida no se puede morir, que no es un verbo transitivo y se enfadaría conmigo por haberlo escrito). Pero no me apetece, porque ahora eso ya pasó.

No era mi tío de verdad. La verdad que los necios aceptan como única y verdadera. Esos necios que repiten frases como "la vida sigue" o "la sangre es más espesa que el agua". Pero el amor no se mide en milímetros. Y si se hiciera, mi amor por mi tío sería de apenas un milímetro, el de la tilde de mi nombre. Y esa sería la mayor unidad jamás conocida. Porque él era (y es) mi tío. El marido de la hermana de mi madre, aunque ella nunca tuviera hermanas. Porque esa es la verdad. La verdad tal y como él la contaba: a veces un poco fea, pero siempre cierta, que es lo mínimo que puede pedirse a una verdad. Y era mi tío porque decía "te quiero" como sólo lo dicen las personas que de verdad te quieren. Porque te mandaba a la mierda como sólo lo hacen las personas que de verdad te quieren.

Hoy se ha muerto Joaquín Casas. Mi tío, entre otras cosas. El hombre que me enseñó a escribir la tilde en mi nombre. Entre otras cosas.