martes, octubre 31, 2006

Un día todos los seres humanos decidieron desnudarse. Empezaron por sus ropas, poco a poco, como un ritual. A continuación se deshicieron de su pelo y de su piel. Siguieron por órganos, músculos y huesos hasta reducirse a simples almas al descubierto.
Al principio se sentían extraños. Paulatinamente fueron habituándose. Algunos caminaban tranquilos, otros se escondían pudorosos. La mayoría comentaba sus impresiones sobre lso demás.El mundo se convirtió en un paisaje de almas errantes buscando su sitio.
Nada, absolutamente nada, cambió ese día.

domingo, octubre 29, 2006

28-10-2006

Dicen que nunca se está preparado para la muerte. Y es cierto. A medida que crecemos se nos va preparando para muchas cosas. Para el futuro, para lo que nos encontraremos o puede que nos encontremos. Pero nunca para la muerte. Es inútil. Cuando la madre de tu amigo te comenta que va a ver a su hijo a los rallyes porque no soporta la agonía de esperarle en casa, tú te ríes y respondes que lo máximo que le puede pasar con las medidas de seguridad que lleva, son un par de huesos rotos. Y cuando al día siguiente su hijo muere en un rally, es imposible estar preparado para enfrentarse a lo que eso supone.
¿Cómo le dices a su madre que te equivocaste? ¿Cómo miras a su padre destrozado? ¿Cómo soportas el llanto de sus (tus) amigos, esos tipos duros capaces de comerse el mundo? ¿Qué le dices a su hermana cuando te pide que no llores? ¿Cómo superas la muerte de alguien a quien conoces de toda la vida y a quien le quedaba toda otra vida? Es imposible estar preparado.
Nunca hasta hoy había visto a un muerto. Al menos uno de verdad. Y no pensaba hacerlo. Pero su hermana me dijo que entrara. Que estaba bien, guapo. Eso último es cierto. Hasta muerto estás guapo. Pero es mentira eso que dicen de que cuando te mueres parece que estás dormido. Estás muerto. Y se nota. He visto a Cristian dormido unas mil veces. Esta vez estaba muerto. Lo primero en que me fijé es en que estaba pálido. No pálido como él era, sino como un muñeco. Pero ahora sólo puedo recordar los labios. Labios de muerto. Es lo único que me hace pensar que todo esto es cierto. He visto sus labios y eran labios de muerto.
Ayer y hoy he tenido mucho tiempo para pensar. Han sido muchas horas en las que nadie hablaba. Nadie se miraba. Nadie se tocaba. Sólo sentíamos. Y pensábamos. Yo he reflexionado sobre la muerte, en general. Siempre ha sido la cosa que más he temido en el mundo. Y siempre me he negado a creer que dejemos de existir, sin más (aunque el resto de alternativas tampoco me convenciesen). Ahora me he dado cuenta de que la muerte me da más miedo que nunca, pero no la propia, sino la ajena. Evidentemente, no quiero morir. Le temo al dolor, a todas las cosas que me dejaré sin hacer y todas las personas que sufrirán por mí. Pero, seamos sinceros, el muerto es el único que no llora en el entierro. Así que la idea de dejar de existir, sin más, no me parece ya tan aterradora. Si hay que morir, que al menos no seamos conscientes de ello.
Y mi cabeza me lleva a la avioneta. Al pánico que sienten algunas personas cuando nombras esa palabra. Personas que, sin embargo, no temen el ponerse en carretera ni miran hacia arriba en busca de cornisas desprendidas. Cris nunca subió a una avioneta. Pero corría en rallyes. Yo no conozco a nadie que haya muerto en una avioneta. Hasta ayer no conocía a nadie que hubiera muerto en un rally. Pero sí en accidentes de tráfico, de largas en fermedades o de un tiro en la cabeza.
Si alguien me dijera: "tienes que morir mañana, tú eliges cómo" seguramente escogería la avioneta. Tal vez Cristian hubiera escogido el rally.
Mientras escribo esto mi cerebro salta de una cosa a otra. A la salida del entierro alguien decidió romper el silencio con un aplauso. Y todos nos unimos. Tal vez no sea lo más adecuado. Pero algo había que hacer. No podíamos quedarnos ahí, en silencio, mirando, llorando, pensando. Ese aplauso fue un "adios", un "te quiero", un "¿por qué?". Fue la explosión de todo lo que llevabamos dentro.
Estoy francamente cansada. Podría seguir escribiendo sin ton ni son toda la noche. Pero lo único que quiero expresar con este texto, igual que con aquel aplauso, es CRIS, DESCANSA EN PAZ.
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sábado, octubre 14, 2006

DICOTOMÍA

Soy tonta pero tengo mucha suerte. Qué mierda ser tonta. Qué guay tener suerte.

miércoles, octubre 11, 2006

LAS COSITAS DE LA VIDA


Hay una idea que me ronda la cabeza hace días. Realmente no es una idea, es una historia...o algo. Es una estupidez.
Hace 7 años, 8 meses y 17 días me levanté, como un día más, para ir al colegio. Mientras desayunaba escuché una noticia en la radio que me llamó la atención: una pareja de enamorados había saltado desde el Acueducto cogidos de la mano o algo así. En el momento me pareció romántico, incluso bonito. Un final de película. Mientras me ponía el uniforme pensaba en estas cosas. Como dice N.V. "todo el mundo fantasea con una muerte dramática". Y más a los 15.
Ese mismo día, al llegar a casa, recibí la noticia que hizo que esa fecha se marcara en mi memoria para siempre. Y de repente la historia de los enamorados del Acueducto me pareció terrible. Y el hecho de haberla escuchado ese día, una ironía de la vida. Maldita ironía.
Años después aterricé sin saber por qué en Segovia. Evidentemente en aquel momento ni siquiera recordaba a la pareja. Un día, paseando con Charlie, vimos a unos chavales correr por encima del Acueducto. Una cosa llevó a la otra y al final me acabó contando la historia de su madrina. Así que hace 7 años, 8 meses y 17 días, mientras yo me ponía el uniforme y pensaba en los amantes del Acueducto, Charlie recibía una noticia, casi la misma que yo recibiría horas después, aún con el uniforme puesto. Es fácil pensarlo con el tiempo, pero si me paro sobre ello me inquieta. Pienso en si ella se enteraría antes o después de que yo lo escuchara por la radio. En si tendría el uniforme puesto. En cómo la cambiaría aquella noticia. En cómo cambió para mí. En cómo cambié yo aquel día. En dos niñas de uniforme que, pasados los años, hablan debajo del Acueducto de cosas que vivieron hace tiempo. El mismo día. Hace hoy 7 años, 8 meses y 17 días.
Hace poco Laura vio caer a un señor de una ventana. En ese momento no pensé en los enamorados, ni en Charlie. Pero lo hablé con Felipe. Y entonces él me contó que hace años, una mañana camino del trabajo y con el uniforme ya puesto vio como alguien saltaba desde el Acueducto. Una pareja. Hará unos 8 años. Y yo sólo pude contestar que lo recordaba. Que había sido el 25 de Enero de 1999. Y no sé por qué no puedo parar de pensarlo. Felipe y yo nos conocimos por casualidad. Nos volvimos a ver por casualidad. Y muchas veces pienso en cómo sería su vida antes de que nos conociéramos. Y ahora sé que hace 7 años, 8 meses y 17 días vio a la madrina de Charlie y a su novio saltar desde el Acueducto, poco antes de que ella se enterara. Poco antes de que yo lo escuchara por la radio. Los tres llevabamos uniforme. Tal vez ellos, como yo, descubrieron por primera vez que es verdad que la gente se suicida. Y que no tiene nada de bonito.
Ahora me gustaría saber todas las cosas que tengo en común con la gente desde antes de conocerla. Pero es imposible, y eso me pone nerviosa.

Ya dije que era una estupidez.

viernes, octubre 06, 2006

"Dios mío, haz que me olvide o que se muera"